Friday, January 21, 2011

Blog #2

Tengo recuerdos muy especiales de las Navidades de mi juventud. Mi hermano y yo sentábamos en el sofá y mirábamos afuera, en el cielo, porque mis padres nos decían que podemos ver la luz roja de Rudolph (el reno con una nariz roja). Hasta que yo tenía diez años, creo en la existencia de Santa Claus. En la noche antes de la Navidad, yo siempre trasnochaba y madrugaba. Una noche en particular, me levanté a las tres en la mañana para ir al baño y vi los regalos debajo del árbol. No dormía el resto de la noche.

Acuerdo de dos eventos cuando una persona me dijo que Santa Claus no existe. Cuando tenía seis años y estaba en el primer grado de escuela, discutía con una amiga porque mis padres me dijeron que Santa Claus existe, y no creía que mis padres podían mentir. Al final, mi maestra nos gritó y me dijo que Santa Claus existe.

El momento en el cual descubrí que Santa Claus es una mentira ocurrió cuatro años después. En las películas, cuando los niños lo descubren, siempre son horrorizados y alteradísimos; cuando mis padres lo me dijo, sin embargo, pensé “tiene sentido” con sencillez.

Ahora, no creo en la existencia de Santa Claus, pero todos los años, me encanta comprar regalos para mi familia, mis amigos y en particular, mi prometida. Este año, yo gasté casi cuatrocientos dólares por regalos. Soy demasiado delgado para ser Santa Claus, pero no obstante quiero hacer feliz a alguien.

(253 palabras)

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